sábado, 15 de marzo de 2008

Tres días en Barcelona (III)

“You´re simply elegant!”. Tras los bises y los aplausos, peldaños. Muchísimos peldaños. Una fuente apagada. Una plaza sin medios de locomoción. Dolor en los pies. Dolor y daño en la espalda que bailó más de lo aconsejable. Un gato persa junto a la almohada que reclama su lugar. Sueños que insisten en su rareza mientras pierden interés. Por la mañana bordeamos la Boquería y nos sentamos en la terraza del Rita Rouge, justo cuando Jaume Figueras, el gordito insolente de los Oscar, abandona su plaza. Platos sencillos, camareros amables e internacionales, buen rollito. En la Fnac nos hacemos con The Covers Record de Cat Power, y un par de discos raros de los Tindersticks. También con el radiante Nocilla Experience de Fernández Mallo. Llegamos a la casa de Diego ufanos y contentos. Nos prepara su especialidad gastronómica: patatas fritas de bolsa y banderines de alcachofas con anchoas y aceitunas. Insuperable. Unas cuantas cervezas después nos adentramos en las calles estrechas y llenas de historia del barrio gótico. Llegamos a Little Italy, donde un músico de origen indescifrable despliega un repertorio de calidad ondulante. Nos demuestra la más recomendable virtud del árbitro, pasar desapercibido, mientras el mantel se cubre de interminables discusiones futbolísticas. Volvemos poco a poco, interrumpidamente, al Raval. Una pausa en el Betty Ford nos traslada a un ambiente adolescente, cercano al espíritu de los antiguos Colegios Mayores, pero protagonizado por cuarentones entusiasmados por la abundancia de jovencitas Erasmus dispuestas a atender hasta a los más vergonzantes trucos de magia. Antes de llegar a casa, sorteamos las basuras, las esquinas y las latas de cerveza de alcantarilla que nos ofrecen los paquistaníes. (…Continuará…)

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